Fuente: Laura Rueda
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Una nueva era se aproxima. Primero provocamos el escándalo con la minifalda y el top less; luego proclamamos nuestro derecho al amor libre y a ser dueñas de nuestra sexualidad. En nuestro salón se colaron series como Sexo en Nueva York, y tener una charla en una cafetería en un tono normal sobre fantasías sexuales y posturas placenteras ya no parecía motivo de excomulgo, o al menos de miradas inquisitivas... Pero todavía podíamos avanzar mucho más. Si el placer no viene a nosotras, metámoslo en el bolso para que no se escape.
“Yo no voy a tocar nada”, “¿nunca has tenido un consolador entre las manos?”, “no, yo solo voy a mirar, ¡qué corte!”. Estos son solo ejemplos de los muchos fragmentos de las conversaciones que se desencadenaron en casa cuando llegó María Ángeles, nuestra particular asesora, con su enorme maleta roja, dispuesta a comenzar. “No estamos acostumbradas a tener objetos sexuales en las manos, pero no os preocupéis, vamos a ir poco a poco. Comenzaremos oliendo y probando sabores...”. El ambiente se va relajando y las más cortadas sueltan suspiros de alivio. Nuestra reunión de tuppersex ha comenzado.
“La sexualidad de las mujeres no es tan sencilla, somos complicadas para todo”. María Ángeles nos prepara para las casi tres horas de velada que nos esperan. Primero nos enseña las sales de baño Shunga Aphrodisia, unos cristales orientales que convierten la bañera en azul celeste. Nos vamos pasando las sales de mano en mano, mientras comentamos lo bien que huelen, lo mucho que tienen que relajar y lo ideal que parecen para comenzar una velada romántica con nuestra pareja... En seguida saca algo más de la maleta, aceites de amor de diferentes sabores. “Id oliéndolos y saboreándolos, veréis qué bien”. El efecto es inmediato. Estos aceites nos han cautivado: la vainilla, la frambuesa, la menta... Nos imaginamos lo excitante que puede ser un masaje erótico con esa textura, ese olor y, lo mejor, el sabor. ¿Cómo acabarán las caricias? Empezamos a dejarnos llevar por esta maravillosa filosofía.
El universo de juguetitos es interminable. A continuación llegaron los divertidos y completísimos vibradores: resistentes al agua, estimuladores del punto G, de bolsillo, masajeadores de vagina y de clítoris... ¡chica, yo me los quiero llevar todos para casa! Y, finalmente, nos enseña los realistas. “Este es Johnny. Lo tenemos en dos colores, blanco y negro, según preferencias”. Increíble, una imitación hiperrealista de un pene en cuanto a tacto y firmeza. “Dan la sensación de tener entre las manos una versión natural de un miembro fálico, y sus vibraciones estimulan y masajean, al mismo tiempo que nos excita ópticamente”. No podemos dejar de reír. Algunas lo dejan muy claro: “Para realismo prefiero a mi novio”, “a mí me han gustado más los gusanitos y topitos de colores...”. Si es que al final nos pierde la inocencia.
Como en todo armario, en nuestro cajón personal del placer no pueden faltar algunos objetos. Todas las chicas deberíamos tener unas bolas chinas en casa. Además de ser un juguete erótico para usar en pareja, estas bolitas son estupendas para el refuerzo de los músculos pélvicos de la mujer. Nuestra asesora se encargó de explicarnos la importancia de su uso. La firmeza de estos músculos es una fuente de placer para nuestro chico cuando mantenemos relaciones. Pero, fundamentalmente, es importante para nosotras porque con el tiempo el músculo de la vagina (sobre todo con la maternidad) se debilita. Ejercitándolo conseguiremos también orgasmos más intensos para nosotras.
Cuando terminamos nuestra reunión, habían pasado casi tres horas y aún nos quedaban preguntas. Las chicas nos contaron que estas son reuniones para la distensión, y que por ello se toman todo el tiempo del mundo explicando todas las dudas de las chicas asistentes. Y la verdad es que empezamos todas muy tímidas, pero nos soltamos la melena de lo lindo y no quisimos salir de allí hasta resolver la más absurda pregunta sobre la inclusión de los juguetitos en nuestra vida sexual, en pareja o individualmente. Las que lo queríamos todo, nos dejamos la cuenta bancaria con la misma tonalidad que la Maleta (ya os contaré qué tal me fueron los artilugios). Sin embargo, todas compramos el que se convirtió en el producto estrella de nuestra reunión, el Excite Piel de Seda, para que tocar el cuerpo de tu pareja y el tuyo propio sea mucho más apetecible, si cabe.
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