miércoles, 11 de febrero de 2009

EL INSTINTO SEXUAL


El instinto sexual o de reproducción es uno de los instintos más fuertes, mediante el cual la especie humana prolifera y se reproduce.

Para eso, las distinciones biológicas entre hombres y mujeres ha formado en nosotros instintos radicalmente diferentes.

La sexualidad es un aspecto central del ser humano presente a lo largo de su vida.

La sexualidad abarca el sexo, el placer, el erotismo, la intimidad, etc. En la sexualidad humana se distinguen aspectos relacionados con la salud, el placer, el amor, etc.

Freud fue el primero en señalar, que la sexualidad no sólo es genitalidad. Para él, la sexualidad abarca toda la vida humana.

¿Esto qué quiere decir?

En palabras de Gigi Avanti: "Que toda persona está marcada sexualmente y no sólo una parte de ella".

El hecho de tener pene o vagina, no son los únicos marcadores de nuestra sexualidad.

Se podría decir, que el desarrollo de nuestros genitales, nos muestran que estamos ingresando a una etapa, en donde enfrentará una serie de conglomerados: psicológicos, culturales, éticos, físicos y sociales al respecto.

¿Y por qué es tan importante el amor en el acto sexual?

Porque cuando dos personas se aman, físicamente siguen siendo dos, pero en lo que se refiere al ser interior se han vuelto uno.

Es ahí donde surge una comunión no sólo física, sino también espiritual. La unión sexual ingresa a un nivel casi religioso.

Para Alexander Lowen, la satisfacción sexual de éste orden, trasciende el orgasmo.

En Oriente, existe la filosofía del Tantra, cuyo objetivo principal es desarrollar nuestra potencialidad sexual, para que alcancemos la evolución espiritual, a través de la alquimia del éxtasis.

Es considerar el sexo como la unión trascendental; porque la sexualidad es la experiencia compartida más importante que una pareja pueda tener.

Se dice que cuando la práctica sexual es desarrollada con amor, surge el kundalini, también considerado el poder de la vida. Cuando se inmiscuye el amor en las relaciones sexuales, las emociones se vuelven más profundas, porque surge un puente entre las dos personas.

No hay obligaciones, sino un compartir y de alguna manera, el amor hace que nuestra relación sexual se vuelven más madura, equilibrada y sobre todo plena, porque la existencia se convierte en quien amas.

¿Es fundamental el placer en las relaciones sexuales?

Se viven tiempos, en donde se da mucha importancia al hedonismo, personas que viven su vida, en busca de satisfacer todos los placeres y entre los principales, está el sexual.

Hablar del placer es ubicarnos en el momento justo, situado entre el deseo y la satisfacción del deseo; por lo tanto, encontrarlo es la meta final, en muchas relaciones.

Entonces, cuando en la sexualidad se brinda y recibe placer, se cumple lo que mencionamos anteriormente: la reciprocidad. Aunque surge una observación y es que muchas relaciones sexuales de una noche, cumplen con esta afirmación: realizan el acto sexual y cada miembro de la pareja consigue placer, llegando a una sensación de satisfacción absoluta.

Pero al igual que la masturbación y la prostitución, la mayoría de personas, en algún momento de su vida, se sienten inconformes con este tipo de relaciones casuales y buscan algo más que placer en las relaciones íntimas y no necesariamente por una cuestión moral, sino que desean encontrar un sentido diferente al acto sexual

¿Qué cosa es ese "sentido diferente", ese "algo más" qué se busca en las relaciones sexuales? Ese "algo más" que se busca y que no está alejado del placer, se llama Amor.

Es así que cuando una pareja realiza el acto sexual y a la vez siente amor, hace que el placer se extienda a otro nivel.

El placer, no sería un fin en si mismo; sino la culminación, el premio de una relación en donde interviene algo mucho más profundo que una necesidad biológica; algo más profundo, que la búsqueda del placer hedonista; algo tan profundo, como sólo puede ser: el deseo de amar.

Es una satisfacción a través de todo el ser, porque uno forma parte de la totalidad. La satisfacción que esta totalidad proporciona abarca no sólo los genitales, sino también la cabeza y lo que es más importante: el corazón.

¿Dónde dejamos el instinto?

¿Dónde dejamos ese impulso primario que nos motiva a todos los hombres, mujeres y animales a satisfacer nuestras necesidades primordiales en base a un conjunto de actos espontáneos?

Dicen que el impulso sexual junto con el de conservación, son lo que rigen la vida. El primero ayuda a conservar la especie, mientras que el segundo perpetúa al individuo.

La naturaleza, ha provisto tanto a hombres como a mujeres, de un determinado tipo de hormonas, cuya función consiste en que el hombre y la mujer se atraigan mutuamente, asegurando de una manera instintiva, la continuación de la especie.

Para el Dr. Otto Schwartz, la aparición del instinto sexual es una fuerza imperiosa que nos empuja y nos urge como un apetito que no puede saciarse como los demás apetitos.

El instinto sexual es una "necesidad" que todos los seres humanos buscamos satisfacer.

Pero como en esa "necesidad" están inmiscuidas dos personas, necesariamente surge una correspondencia, una reciprocidad, una relación de dar y recibir.

Por lo tanto, la necesidad deja de ser primaria y es mucho más.

¿Qué sucede con la prostitución, con la masturbación?

En ambos casos no existe reciprocidad, porque son actos que se originan por una necesidad primaria e instintiva, pero que son realizados pasajeramente, mientras no se cubre una relación sexual recíproca.

La masturbación es un acto solitario y no puede remplazar la cohabitación con la otra persona.

Con la prostitución, las relaciones entre dos implican por un lado, la búsqueda del placer; pero por el otro lado, existe el interés comercial, así que con la prostitución, no se está compartiendo el placer.

La tendencia normal de los hombres y mujeres es buscar relaciones sexuales en donde el placer sea mutuo, porque de esta forma la satisfacción es mayor.

Cuando se hace el amor con alguien, se está compartiendo placer.

Fuente: www.enbuenasmanos.com

Autor:*Ana Elena Costa

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